viernes, 1 de julio de 2011

Una mirada al DR-CAFTA con la perspectiva correcta.

Por: Ronald Echeverría
¿Ha sido beneficioso para nuestro país el Tratado de Libre Comercio suscrito conjuntamente con todos los países centroamericanos, República Dominicana con los Estados Unidos? Necesitamos una respuesta.

Consideramos necesario hacer una evaluación del DR-CAFTA suscrito hace cinco años por nuestro país. Cómo un proceso económico basado en principios que privilegian el comercio entre los países,  y bajo supuestos que pronostican que el aumento del intercambio de bienes y servicios aprovechando sus ventajas comparativas, se derivan beneficios y valores agregados a las economías de los países que intervienen. La aplicación de lo anterior ha llevado a la tendencia de la globalización de la economía. Veamos que ha pasando en los últimos veinte  años. Luego de la caída del muro de Berlín y la caída de las economías comunistas  de Europa, se propició la unión europea y la creación de la zona euro, adaptando el libre comercio en sus países miembros, creando la segunda zona de comercio en conjunto más grande del mundo. En las Américas, la suscripción del Tratado de Libre Comercio entre EEUU, Canadá y México. Esto fue sólo el principio, luego EEUU comenzó a propiciar tratados de libre comercio  y tratados bilaterales con otras de las principales economías del mundo, tanto en Europa, América y Asía. Por otro lado nuestro país  durante los últimos cien años, su economía ha estado para  bien o para mal vinculada con la economía de EEUU. Es nuestro principal socio comercial. En palabras más fáciles son los principales compradores de nuestros productos de exportación.  Nos compran arriba del 40% de nuestros productos y servicios. Antes de la suscripción del tratado firmado conjuntamente con los países centro americanos y República Dominicana, gozábamos de un trabajo bilateral que nos otorgaba unilateralmente  preferencias arancelarias para ciertos productos de nuestro portafolio de exportación. Éstos eran   parte de la política norte americana para beneficiar a algunos países de región. Por su naturaleza dependía de la "política del gobierno americano", y sus criterios de evaluación se basan de su lectura de conveniencia geopolítica. Podía por lo tanto ser retirado, cambiado o suprimido  a su conveniencia. Estábamos a expensas de su humor y sujetos a su discrecionalidad. Su aplicación favoreció  al sector exportador pero no le daba certeza. Cómo se ha demostrado los negocios y las inversiones no prosperan en ambientes de incertidumbre. 

Entonces, ya podemos ir sacando algunas conclusiones de los últimos cinco años.  Pensemos por ejemplo, por la vía  contraria. No suscribimos el tratado, ¿qué posiblemente hubiera ocurrido?, por una parte cómo país deberíamos de habernos visto en   la necesidad de  buscar nuevos mercados. ¿Dónde colocar  cerca del 40% de nuestra capacidad  productiva exportable?, bueno tal vez no toda, ya que parte de la misma pudiera haber sido siempre exportada a EEUU en condiciones no tan competitivas, y con márgenes menores, dejando fuera del negocio a los menos eficientes o con menos capital. Esto nos hubiera obligado con carácter de urgencia a encontrar otros países que se interesarán en nuestros productos y servicios. Pero hay que recordar que nuestro aparato productivo tanto el industrial como el agrícola, ha venido desarrollando competencias a la fecha para servir al mercado norteamericano, y ahora bajo la nueva situación debería reestructurarse para surtir a nuevos mercados con sus peculiares formas de comerciar y sus especiales y no conocidas características de su demanda,  esto dejando afuera las normales limitaciones al comercio, como son los aranceles y los problemas logísticos, costos de transporte  y de crédito que deben apoyar a las exportaciones. Los negocios  por conveniencia se describen como entre países, pero la verdad es que son realizados entre empresas, comerciantes, importadores y personas emprendedoras que operan en distintos países. Éstos últimos comercian en ambientes que les den certeza para sus negocios y  al mismo tiempo les den garantía a sus inversiones, en adición de contar con la infraestructura y la tecnología que la haga factible. Entonces el escenario de lo que pudo haber sido tiene sus bemoles, ¿Qué nos hubiera garantizado que nuestros empresarios y exportadores, que son los que en realidad hacen negocios  hubieran encontrado otros compradores en otros mercados? ¿Hubieran podido colocar sus exportaciones en un sólo país alternativo? ¿O tal vez en varios, incrementando sus costos? ¿Cuáles serían esos posibles países? ¿Hubieran dejado entrar nuestros productos con ventajas arancelarias? ¿Qué trato de reciprocidad nos hubieran exigido? ¿Podrían pagarnos en divisas,  es decir dólares? ¿No se hubieran incrementado los costos por exportar a mercados más lejanos, por ejemplo Europa y Asia? Las respuestas nunca las sabremos, pero consideramos por los procesos económicos vistos en otros países, que hubiera sido muy difícil en un corto plazo, menos de un año lograr otros buenos acuerdos y contactos de negocios que hubieran captado nuestra oferta  disponible de productos exportables. Probablemente se hubieran perdido plazas de trabajo en las empresas durante el proceso de adaptación a nuevos mercados. Asimismo se hubiera necesitado hacer inversiones nuevas para reestructurar nuestro aparato productivo nacional para surtir a los nuevos mercados y apoyos del gobierno traducidos en incentivos fiscales para fomentar las nuevas exportaciones, ¿De dónde hubieran salido dichos recursos a requerir? Por otro lado, si otros países de la región centroamericana si hubieran aceptado incorporarse al Tratado, estaríamos en desventaja para seguir comerciando con ellos, y  hubiéramos perdido parte de dicho mercado, que a la fecha constituye el segundo más importante para Guatemala. Aspectos como lo son los procesos de integración económica centroamericana, la unión aduanera,  y nuestra participación en el acuerdo de Asociación con la Comunidad Económica Europea se hubieran dificultado. Por otro lado, nuestra política económica, fuera de una influencia ideológica, debería por consistencia no suscribir otros tratados de libre comercio. ¿Sí no lo hicimos con nuestro principal socio comercial, por qué hacerlo con otros? En los negocios siempre tiene vigencia un viejo dicho: "mas vale lo viejo conocido que lo nuevo por conocer". En adición considero que el mercado dejado de atender por Guatemala hacia EEUU, hubiera sido casi de inmediato cubierto por otros países, principalmente los centro americanos, asimismo nos hubiera dificultado realizar negocios con México otro importante socio comercial. Estados Unidos  comercia con casi todo el mundo y nuestras exportaciones representan valores menores al  2% de sus importaciones. Se las pueden pasar muy bien sin nosotros.

Por otro lado no hay que analizar los procesos económicos y los negocios bajo la perspectiva que son la panacea.  Su sóla suscripción no representan para los pueblos la solución a sus problemas económicos, políticos y sociales, aunque si pueden ayudar al respecto. Asimismo los negocios y el libre intercambio de bienes y servicios que los mismos fomentan, derivan beneficios principalmente para los involucrados y los factores de producción que los hacen posibles. No es  serio pretender minimizar sus beneficios por haber sectores de nuestras economías que no han sido beneficiados por ellos. Estos requieren de nuestros gobiernos políticas públicas que compensen los efectos no deseados en sectores importantes, principalmente la población del área rural, que no se han visto beneficiados y en alguna manera afectados  por los efectos del cambio de las prioridades de exportación, con incidencia en otro tipo de cultivos, que han emigrado de los  granos básicos a otros cómo la palma africana, la caña de azúcar, el café, banano,  y los vegetales y frutas. Si consideramos pertinente el que se cumpla el compromiso del Congreso de la República de aprobar una agenda complementaria de 12 leyes que favorezcan a los pequeños y medianos empresarios y agricultores para que puedan aprovechar las ventajas que se derivan del Tratado.

Por el lado de las cifras y las estadísticas se evidencia que se ha incrementado el comercio. Algunos datos interesantes: las exportaciones a Estados Unidos crecieron de US$2.78 millardos en 2006 a US$3.26 millardos en 2010, para un crecimiento del 17.1%. Las importaciones desde EEUU hacia Guatemala subieron de US$4.11 millardos a US$5.12 millardos en igual periodo, para un aumento del 24.5%. La Balanza Comercial  fue favorable para EEUU, la misma se incremento desde US$1.33 millardos en 2006 hasta US$1.86 millardos en 2010. Cómo podemos observar, los resultados apuntan a un incremento del comercio en ambas vías. Ésta es la principal razón de suscribir un acuerdo, la cual se cumplió. Qué los resultados esperados antes de su suscribirse  no se hayan cumplido en su totalidad es parte del análisis, pero no desvirtúa el hecho de que se incremento el comercio, y por otro lado, como ya lo apuntáramos, el escenario alternativo lo más probable hubiera sido un incremento al comercio mucho menor y con mayores costos para nuestro país y nuestro futuro. El costo oportunidad  que implica esa opción de no participar en DR-CAFTA  nos hubiera alejado aún más del ansiado camino al desarrollo. Hubiéramos quedado fuera del juego y esto en mundo globalizado e intercomunicado  equivale al suicidio económico.

Las críticas al tratado suelen ser más de tipo ideológico, y siempre fuera de los sectores que comercian (importadores y exportadores). Se habla por ejemplo que ahora hay un mayor déficit en nuestra balanza comercial con EEUU, olvidando que en los negocios se favorece tanto el que vende como el que  compra. Los resultados reportados a la fecha  también fueron afectados por factores fortuitos,  externamente por la crisis financiera de  EEUU en el 2009 que afectó su economía y por ende repercutió en sus requerimientos de importaciones y en nuestro caso principalmente por el incremento de la inseguridad y el narcotráfico que alejan las inversiones nacionales y extranjeras, así como los factores del cambio climático  agudizados con fenómenos naturales  como la tormenta Stan y Aghata con caudas de muchas vidas, baja en la producción agrícola y daños en la infraestructura del país.  

De  nuestro socio comercial obtenemos bienes de capital, productos, servicios y tecnología que apoyan a nuestra industria local, y por otro lado siguen siendo nuestros principales compradores. Si no les compramos a ellos, no implica que no los necesitáremos, y  siempre tendríamos que comprarles a terceros países. También se suele olvidar que un tratado de libre comercio no obliga a comprar a un determinado país, los importadores guatemaltecos, ahora auxiliados con la tecnología de la información e internet, y con la oportunidad de participar en ferias internacionales de negocios, siempre pueden buscar las mejoras alternativas y ofertas para comprar sus productos. Comprarán en EEUU si  los proveedores de ese país son su mejor opción. No necesitan de proteccionismos para saber qué es lo que más les conviene.

Mejor apostémosle a aprovechar las ventajas que nos da el poder comerciar con la economía más grande del planeta, sin dejar por fuera el seguir buscando nuevos mercados y suscribir otros tratados de libre comercio, como ya lo estamos haciendo, para diversificar nuestros mercados y apostar por la educación y formación de capital humano para incrementar el valor agregado de las exportaciones. Somos de la opinión que lo más sensato es seguir trabajando para que el próximo lustro muestre mejores resultados de lo hasta ahora logrado, esa debería ser la meta, e implementar las políticas  y leyes que brinden opciones productivas a los sectores no favorecidos con el libre comercio.

Gráfica: Tomada del El Periódico.
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