Nuestro país y el área centroamericana han estado visitados. Hemos sido objeto de primeras planas. Hace pocas semanas estuvo en Honduras el Vicepresidente Joe Biden de EEUU y se reunió con los presidentes de área, antes nos visito la Secretaria de Seguridad Nacional Janet Napolitano y hubo pronunciamientos sobre la despenalización de las drogas impulsadas por el Presidente Otto Pérez, y las alternativas en su combate. Esta semana fue el turno de la alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Sra. Navi Pillay. Nos visitó durante 24 horas, sostuvo una agenda apretada que incluyó reuniones con el Presidente, miembros del Congreso, la iniciativa privada, la sociedad civil y los pueblos indígenas. En ese lapso corto de tiempo concreto un diagnóstico del país: “aseguro que hay varia situaciones que le preocupan como el uso del Ejercito para la seguridad y la discriminación, aunque ve con buenos ojos la coordinación institucional en la lucha contra el crimen organizado”. Para llegar a dichas conclusiones comento: “escuche historias de abuso y violaciones, pero también de perseverancia y optimismo, de esperanza y sueños”. Fueron parte de diagnóstico-que en la actualidad- “hay más muertes violentas cada año que en tiempos del conflicto armado interno, y vemos altos niveles de homicidios y violencia contra las mujeres”.
Dentro de sus recomendaciones
manifestó: “Para luchar contra la inseguridad,
la violencia y el crimen, debemos
atender primero sus causas estructurales, y luego adoptar una estrategia
integral que abarque la prevención de la violencia, el control y la sanción, la
rehabilitación y la protección de grupos en riesgo, y que esté firmemente
basada en los derechos humanos de toda persona”. Mencionó también la necesidad
de reformar y fortalecer a la PNC, controlar las armas y supervisar las empresas de seguridad
privada, así como la priorización de la reforma policial para profesionalizarla
y dotarla de recursos.
Su diagnóstico express, no por
ello deja de ser en buena medida apegado a la realidad, aunque con un enfoque un tanto parcial. Realmente no
se dijo nada nuevo, lo dicho lo hemos estado oyendo y
comentando los últimos diez años, por no
decir desde que se firmaron los Acuerdos
de Paz. En lo que si diferimos o por lo
menos no lo vemos como ella lo ve, es el riesgo del rol del Ejercito en la estrategia de combate a la delincuencia y el crimen organizado. Ante la gravedad de la situación que ella sólo ve cómo indica en sus declaraciones, los
guatemaltecos de todos los estratos sociales
tanto del interior como de la ciudad, en cambio las sufrimos en carne propia. No son sólo
rumores y elucubraciones. Los Derechos Humanos
de los Guatemaltecos si están
siendo vulnerados, comenzando con el primero, el derecho a la vida. En
cualquier esquina podemos perderla por robarnos un celular. De esto no tenemos
que oír opiniones de la experta para ponderar nuestra situación de indefensos ante la violencia y la delincuencia. Por ello nos parece sesgado su criterio, cuando pasa del diagnostico a la
receta, y conmina al Gobierno a desistir
de la estrategia de utilizar al Ejercito en el combate contra la violencia y el
crimen organizado. Según ella la violencia y el crimen organizado en cuanto a
su combate, debería hacerse sólo por medio de la PNC, en coordinación con el Ministerio Público y
el Organismos Judicial.
Ese criterio de que las fuerzas
policiales son las llamadas a cumplir con la seguridad ciudadana tampoco es
nuevo, y nuestros gobiernos a decir verdad han
buscado su profesionalización con las hasta ahora fracasadas reformas
policiales, incluyendo su academia de formación de nuevos cuadros, y la
asesoría de nuestra Comisionada Mirna Mack y otras expertas. Algo se ha
logrado, pero todavía resta mucho por
hacer. En esa parte de la receta si concordamos con la Comisionada de
Derechos Humanos. Pero lo que no podemos
estar de acuerdo, es en no utilizar todos los recursos con que cuenta el
Estado, cuando se trata de cuidar y preservar la vida y los bienes de los
guatemaltecos. Nuestro país a pesar de contar con una razonable estabilidad
macro económica, y que la misma es la más grande de centro América, adolece de
recursos en la medida de sus necesidades. El presupuesto del Estado, es
insuficiente para cubrirlas necesidades de salud, educación, seguridad, vivienda y combatir la desnutrición crónica
de un buen porcentaje de niños que crecen sin la dieta mínima requerida. No
estamos para desperdiciar recursos. El Ejército es parte del Estado, es
costeado por los impuestos de los guatemaltecos, y cuenta con competencias que
tienen aplicación en el combate a la violencia y el crimen organizado. No
estamos para discusiones ni posiciones de lo que es políticamente correcto.
Ante una emergencia hay que utilizar todos nuestros recursos. Por otra parte,
esto tampoco es nuevo, ya se ha venido implementando desde los últimos tres
gobiernos, incluyendo el actual. Extraña porque ahora, cuando un General es el
presidente elegido democráticamente, se señala ello cómo una señal negativa. Los
derechos humanos de los guatemaltecos están siendo violados, pero hay
que señalar en la dirección correcta a los principales culpables: Los
grupos paralelos clandestinos, el crimen organizado, las pandillas
juveniles y el narcotráfico. Claro no
vamos a pecar de ingenuos, también las fuerzas de seguridad tienen su cuota y responsabilidad en cuanto a violaciones a los derechos humanos y otros crímenes, pero este problema tampoco
se resuelve con dejar fuera al Ejército en la estrategia de seguridad.
En algo que estamos de acuerdo,
es que las causas de la violencia son estructurales y sistémicas. Siempre lo son en todas partes
del mundo y lo han sido en todas las épocas de la historia. No hay efecto sin
causa. La violencia, los asesinatos, los secuestros, las extorsiones, la trata de personas, el contrabando, el narco tráfico son males que aquejan a nuestro país y a prácticamente
todos los países en el mundo, y esto dejando fuera las guerras y revoluciones de distinto tinte ideológico,
pero que no solo se explican por la exclusión y la
pobreza, la falta de oportunidades, la pobreza, el racismo, o por el sistema económico y
políticas de desarrollo y gobierno impulsadas. Sí así fuera, no habría violencia
y crímenes en países y sociedades con altos estándares de vida, y donde los
ciudadanos han satisfecho en su gran mayoría sus necesidades tanto de subsistencia
como las de orden superior que permite la existencia de infraestructura de calidad, la tecnología y sus aplicaciones,
y del capital y la riqueza. Vemos crímenes, acciones de violencia y
violaciones de derechos humanos, tanto en sociedades capitalistas, socialistas,
o islámicas. En barriadas y favelas de nuestros
países latinoamericanos o en universidades
de primer nivel en EEUU, así cómo estafas y robos en los mercados populares o en
los mercados financieros de Wall Street. El narco tráfico es alentado por la demanda de drogas
en los países ricos, con secuelas de
muerte en los nuestros. Hay pandillas juveniles en los bajos de Manhattan, y en
nuestras zonas marginales de la periferia.
Por ello aunque es sumamente
importante el reducir las desigualdades sociales, mejorar la condiciones de
vida de los sectores en desventaja social, y
entrarle a superar los problemas
de educación, salud, acceso a la tierra, de vivienda y la conservación del
medio ambiente, no por ello debemos
seguir la receta de la Comisionada que
desde lejos nos recomienda, que primero debemos superar las causas
estructurales, para luego atacar los efectos de la violencia en todas sus
formas. Esta receta puede que deje a
toda nuestra generación sin solución,
esperando que la siguiente la tenga.
Consideramos que los esfuerzos en todo
caso deben ser simultáneos, medidas preventivas más medidas correctivas. Claro
que mejorar los rezagos sociales, es una
tarea pendiente, que su solución contribuirá en buena medida a mejorar las
condiciones de vida de todos los
guatemaltecos.
Lastimosamente esto normalmente falla, en la contratación solo se considera la parte formal. La inteligencia emocional, el autocontrol, manejo de grupo, así como otras habilidades no se valoran.
Nosotros enfatizamos este enfoque en los análisis y recomendaciones de comunicación interna que realizamos para las empresas.
Lo mismo sucede en las promociones internas, hay lugares donde manipulan este malentendido estatus de poder y lejos de avanzar con la estrategia central del negocio, las evaluaciones se ven afectadas por sentimientos personales mas que evaluaciones profesionales y en resumidas cuentas "hacen lo que quieren", triste pero cierto.
Lo peligroso es que la alta gerencia se deja manipular .... tal vez por falta de tiempo o de esfuerzo y dejan que estas situaciones se repitan una y otra vez.
Un cordial saludo para Anagloria,Sandra y Yolanda.