sábado, 22 de agosto de 2009

Una lectura imparcial de la situación hondureña e iraní


Ronald Echeverría - Guatemala
! Cómo somos los humanos! Dependiendo de la ideología que profesamos, defendemos y aceptamos, juzgamos hechos y situaciones, en las que sólo nos constan partes de la verdad. Por las limitaciones de tiempo, lugar, y acceso, nunca se cuenta con todas las aristas de la misma. El analista de la columna, Pupitre Roto, Virgilio Álvarez aparecido en el Diario Siglo Veintiuno, hace a nuestro juicio, un análisis parcializado, sobre la situación Hondureña y la Iraní. Su base probablemente son los despachos de prensa, los cuales normalmente adolecen de la mismas carencias, como son falta de objetivad, y de imparcialidad. Hace un análisis de los hechos, tanto los suscitados por las elecciones presidenciales en Irán, que fue fuertemente cuestionado por la oposición, calificándolas de fraudulentas, y la situación creada en Honduras, por el golpe de Estado realizado contra Zelaya. El ve paralelismos entre ambos acontecimientos. La verdad es que hay más diferencias que cosas comunes. Lo único que hay y es evidente a cualquier observador, es que en ambos casos hay luchas de poderes y enfrentamientos ideológicos, y en caso de Irán de tipo religioso.

Vamos por partes. De lo sucedido en Honduras, los únicos que han perdido son sus ciudadanos ajenos al conflicto, los cuales son la mayoría. Han perdido la paz y tranquilidad, se ha visto afectada su economía, su libertad acción y asociación, entre otros. Entre los ganadores, valga la paradoja, está el mismo Zelaya. Antes del golpe era un folclórico presidente de una república bananera, eso sí de a sombrero. Ahora gracias al golpe, se le reconoce fuera de su país como un "líder democrático, defensor de las causas de los pobres y de pensamiento progresista" y es recibido y apoyado por presidentes de varios países de América Latina, recibido y ovacionado en las Naciones Unidas y avalado por la OEA, es noticia en las cadenas de noticias internacionales como CNN, y por ende reconocido internacionalmente. Es ahora una figura mediática, y paladín indiscutido de la democracia. Que tal, como la vemos desde esta perspectiva. Total, si le creemos, estaba por entregar el poder en enero del 2010. Si esto no hubiera pasado, y fuera un legítimo demócrata, y realmente no deseaba perpetuarse en el poder cómo sus amigos y mentores, los otros presidentes miembros del Alba, en febrero del 2010 ya nadie se acordaría de él, fuera de sus grupos de interés.

Pero una lectura más realista, sin sesgos ideológicos, cabria previamente preguntarse, ¿Se merece dicho reconocimiento? ¿Qué políticas y acciones de gobierno impulsó en sus 3.5 años como presidente? ¿Estaba realmente favoreciendo a la mayoría de los Hondureños?, ¿Cumplió sus promesas de campaña? ¿Actuó con probidad, honradez y eficiencia en el manejo de los recursos del Estado Hondureño? ¿Por qué su propio partido, El Liberal, lo desconoció totalmente? ¿Por qué ahora pide el apoyo y reconocimiento de EEUU, si en sus últimos meses de su gobierno lo ataco y denunció por sus políticas que el calificó de intervencionista? ¿Por qué no critico las medidas antidemocráticas de Chávez, como el caso de la Alcaldía de Caracas, o sus antecentes golpistas? ¿Actuó o no actuó fuera de la ley de su país, en el caso de la cuarta urna? ¿Por qué recibe tanto apoyo económico, moral y político de Hugo Chávez y de los grupos de la sociedad civil, partidos y organizaciones con ideología socialista? ¿Por qué recibe tanto apoyo de los gobiernos miembros del Alba, incluyendo Cuba? Considero que las respuestas, primeramente le corresponden a los hondureños, y creo que la mayoría no le son favorables, y denotarían una clara identificación con el grupo del Alba, ajenos en todo caso a la ideología del partido que lo llevo al poder, el Liberal. Hubo en su caso una metamorfosis política. Por supuesto, el hecho de haberse puesto fuera de la ley, no justifica en toda su dimensión el golpe que le dieran la mayoría de las instituciones del Estado Hondureño. Por cierto no sólo fue el ejército, como se ha querido hacer ver. En su momento otros importantes sectores, como la iniciativa privada y la iglesia, y aún el Defensor de los Derechos Humanos, cuestionaron su gestión y de alguna manera avalaron las acciones tomadas, aunque no el método.

El hecho de haber sufrido el golpe, realmente lo reivindicó y lo hizo víctima, pese a sus desaciertos como Presidente y no cumplir con ser el responsable de la unidad y dignidad nacional. Estaba confrontando a la sociedad hondureña, dividiéndola en ricos contra pobres. Qué según algunos despachos de prensa, el pueblo hondureño lo apoya. La verdad es que antes del golpe era uno de los presidentes menos aceptados e impopulares de América Latina. Las manifestaciones y contra manifestaciones suscitadas a raiz del golpe son otra historia a analizar. Las ha habido de los dos bandos, tanto a favor como en contra, y todas por supuesto apoyadas y financiadas por sus respectivos grupos de poder, tanto nacionales como internacionales (estas últimas vía Venezuela). Por otro lado, podemos ver que la gran mayoría de los catrachos desean la paz, y no apoyan a Zelaya ni a Micheletti, lo que quieren es tener oportunidades de trabajar, que no los condicionen y castiguen económicamente y vivir en paz. El estadio lleno a reventar de la semana pasada, con ocasión del juego dentro las eliminatorias para el mundial de futbol, en el cual golearon a Costa Rica, nos presentó a un pueblo identificado con su país, con un alto sentido de patriotismo, orgullosos de su equipo, y unidos sin banderas políticas sectarias. Ninguno de las opciones en pugna ha podido congregar a tantos.

La lectura de lo anterior, nos indica, que ni Zelaya ni Micheletti pueden arrojarse la representación del pueblo hondureño. Si ellos no pueden, mal hacemos los guatemaltecos, atribuirle algunos de los bandos dicha representación, mayormente si lo hacemos por motivos ideológicos. Si vamos a juzgar, hagámoslo con la misma vara. Si los manifestantes agreden con piedras, queman llantas, usan palos, amenazan y rompen vidrios y atentan contra la propiedad privada, no les llamemos “manifestación pacificas”. Por el otro lado, ¿Cómo queremos que deba actuar la fuerza pública? ¿Debe dejar actuar, no impedir que se limite el libre tránsito de personas, bienes y la actividad de los ciudadanos honrados ajenos al conflicto? ¿Debe cruzarse de brazos, y no actuar? Si ésta se sobrepasa, y agrede y sobre dimensiona su represión, entonces, si procede la censura, la crítica, y señalarla de violadora de los Derechos Humanos. ¿Pero quiénes van a ser los que juzgan?, ¿Quién es el observador imparcial, y que merece el crédito?

El caso de Irán, es muy distinto. La dictadura teocrática que gobierna a Irán lleva más de 20 años. La religión domina el quehacer público y el privado. El país está en una clara oposición a occidente, a sus costumbres y modelo político y económico. Las elecciones dentro de sus mismos grupos, unos menos radicales que los otros, generó el problema. Las elecciones no fueron limpias, ni democráticas. La represión ha sido a todo nivel. La diferencia es que por ser un país musulmán, rico en petróleo, con una política armamentista y hostil contra el Estado de Israel, y apoyadora de grupos radicales en Irak y Afganistán, no es sujeta del señalamiento unánime, y mucho menos de Hugo Chavez, el cual es su socio y promotor de sus intereses en América latina. Como vemos, Irán dista mucho de parecerse a nuestra pequeña y débil hermana república de Honduras. Ante ésta, todos los gobiernos de nuestra América, le quieren dar lecciones de democracia (Ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio). Adicionalmente, no hay paralelismo en costumbres, forma de gobierno, separación de la iglesia y el Estado, y la observancia a los Derechos Humanos. Por ejemplo dentro de la sociedad iraní las mujeres son ciudadanos de segunda. No son iguales en derechos y dignidad con los hombres. No pueden ni decidir cómo vestirse, con quien casarse, ni tener un futuro, si no es a la sombra de un varón. El aparato de represión de Irán, cuenta con una capacidad totalitaria, que interviene en los medios de comunicación y hasta en Internet. Antes, ahora y ojala que ya no mañana, no se ha respetado la libertad de expresión. Esto que estamos haciendo en este blog, sería motivo de represión. Por ello no comparemos peras con manzanas, y si lo hacemos, hagamos con los mismos estándares y medidas. No caigamos en que a los míos, los buenos, lo que deseen o hagan está bien, a los otros, los errados y malos, el señalamiento y la etiqueta de oligárquicos, defenzores de obscuros intereses. Discutamos ideas, propuestas, hagamos lecturas imparciales y no bajo la luz de ideologías sectarias.