
“Guatemala es el país de América Latina con mayor desnutrición y es el sexto a nivel mundial” (UNICEF)
Por: RonaldEcheverría
La información divulgada sobre la desnutrición crónica de nuestra niñez es una cruda y lamentable realidad vigente en nuestro país. Esta fue nuevamente comunicada por Fondo de Naciones Unidas para La Infancia (UNICEF) y el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI). La información es parte del estudio “Protegiendo la nueva cosecha, un análisis para erradicar el hambre en Guatemala 2012-2021”. Según dicho estudio “La desnutrición crónica infantil es una manifestación de los grandes problemas de Guatemala para garantizar la vida de su población desde el inicio”. Dentro de sus aseveraciones el estudio nos informa que el promedio nacional de desnutrición crónica es de 49.8% en niños menores de 5 años. En el sector de población indígena rural las cifras, asombrémonos, suben a un 65.9%, aún mayores que el país con mayor desnutrición en el mundo, Afganistán con el 59%. Somos campeones en indicadores negativos.
En otras partes del estudio, y mencionadas como causas estructurales del mismo, señala la ausencia de servicios de educación, salud, agua y saneamiento en las regiones más pobres y con preeminencia de población indígena en el área rural. Según comentarios del Sub secretario de SESAN, Billy Estrada, el problema de la desnutrición crónica, una de sus principales causas están la pobreza, la exclusión de las familias en desventaja social, así como las malas prácticas alimentarias y de salud reproductiva en las áreas vulnerables, principalmente por la baja educación de la madre. Inciden también negativamente en el problema las altas tasas de natalidad, el aumento de embarazos a temprana edad, y del número de hijos por mujer. Nuestras tasas son una de las mayores de América latina.
¿Cuáles son algunas consecuencias de todo esto? Primero en las posibilidades de vida de la madre y sus hijos. Esto se registra en las estadísticas del número de muertes por parto, y las muertes de infantes en los primeros años de vida. Segundo, en la baja talla y el retardado crecimiento futuro del niño. Tercero, tiene consecuencias negativas en la calidad de vida y salud del niño y su madre en sus primeros años. Esta comprobado que lo anterior marca casi de por vida a los niños que la padecen. Limitan al niño porque el desarrollo de su capacidad cognoscitiva y raciocinio será menor a la de un niño que recibió una buena alimentación y acceso a medicinas y cuidados médicos. Asimismo en su desarrollo físico y en su salud. Con lo apuntado, ya tenemos como sociedad de que realmente preocuparnos ¿no le parece?
Se ha dicho, y comparto el punto, los países y sus sociedades que han progresado y mejorado sus indicadores económicos y sociales, han sabido priorizar y dar importancia a la salud, la educación y la protección de su niñez y su juventud. ¿Qué han hecho? han implementado políticas públicas y canalizado sus recursos económicos y presupuestarios en forma prioritaria, sin niveles importantes de corrupción, para proteger y desarrollar su capital humano. Han estimulado la inversión, la creación de empleo y las oportunidades en un ambiente de seguridad.
¿Nosotros como país que hemos hecho?. Si lo medimos como un enfoque gerencial, sobre la base de los resultados; podremos concluir: Muy poco o lo que hemos hecho, lo hemos realizado en forma ineficiente y aplicado en forma poco efectiva. Los presupuestos asignados al área social y sus prioridades no han resuelto el problema, y pareciera que lejos de disminuir, los números reflejan lo contrario.
Debemos pues, entrar nuevamente a analizar las causas verdaderas de nuestros problemas, pero lo que ya está claro es que la forma como lo hemos afrontado a la fecha, no es el camino correcto. Esto implica primeramente al Estado y su administradores los gobiernos, pero no deja fuera a la iniciativa privada y la sociedad civil. Si seguimos así no tenemos viabilidad y futuro como país, y estamos condenando a un futuro incierto a cerca de la mitad de nuestra población joven. Los gerentes y profesionales, privilegiados en nuestra realidad, deberíamos decir presente, en el aporte de las soluciones. ¿No le parece?