jueves, 19 de enero de 2012

La evaluación del desempeño




¿La evaluación del desempeño debe verse cómo un medio o cómo un fin?

Por: #RonaldEcheverría
Se dice y con razón, cuando algo se puede medir, sabemos algo de él, pero podría decirse también, sólo podemos tener certeza de algo, cuando logramos medirlo. Esto ha sido uno los métodos que la ciencia ha utilizado para esclarecer las leyes de la física. Los experimentos buscan conocer e interpretar las propiedades de la materia y sus interrelaciones. Cuando logran cuantificar y medir su velocidad, masa, densidad, y su magnitud, comienzan a poder describir su comportamiento, y sus causas y efectos, entonces se concluye que la hipótesis ha sido probada bajo ciertas condiciones de laboratorio, y se pueden predecir resultados, sí y sólo sí se dan ciertas condiciones o premisas.

En los fenómenos sociales, también se ha tratado extrapolar el método científico para buscar interpretar los resultados que en las organizaciones y empresas logran los grupos y las personas, actuando como empleados o trabajadores de las mismas. Una de las técnicas utilizadas para medir la contribución del personal son las evaluaciones del desempeño. Las mismas son parte de las intervenciones utilizadas en la teoría de las ciencias del comportamiento, la cual cómo sabemos es la base del desarrollo organizacional (DO) que se ha venido aplicando a las empresas para superar sus problemas, principalmente donde el factor humano tiene la mayor preponderancia. Son problemas comunes manejados bajo la óptica del DO en las empresas la falta de cooperación, la desmotivación, dificultades para trabajar en equipo, la mala comunicación, la deslealtad, la alta rotación, mala calidad del trabajo, deficiente servicio al cliente, aumento de la incidencia de los accidentes laborales, necesidad de rehacer o repetir procesos y trabajos, falta de coordinación, problemas interpersonales entre individuos o grupos, y baja autoestima del personal, entre otros. Por cierto y esto le da otra perspectiva o arista al análisis, el que más que teoría, es una realidad negativa en un porcentaje importante de nuestras empresas. Esto, lo hemos comprobada en nuestra función de consultores de desarrollo organizacional y planeación estratégica, en un buen número de empresas de la región centroamericana.

Describamos un poco más lo anterior partiendo del cómo. La metodología de desarrollo organizacional parte de la definición del problema, uno o varios de los ya mencionados en el párrafo anterior, el cual debe posteriormente ser objeto de un diagnóstico integral, preferentemente con un enfoque de 360°, que tome el contexto interno y externo de la empresa. De éste diagnóstico, el cual puede realizarse siguiendo diferentes metodologías y enfoques, uno de los más populares el FODA, con aplicación general a toda la empresa, o dependiendo de los recursos y la necesidad en un área específica, sistema o proceso clave. Luego, la experiencia recomienda, el concluir con un plan de acción que defina claramente las “intervenciones” o medidas estratégicas que logran revertir el problema detectado. Las bondades del DO, es que las conclusiones y mejores ideas, suelen no surgir del consultor externo, éste es un facilitador, si no de los mismos empleados motivados y empoderados de la empresa. Luego de implementadas las acciones o intervenciones, se hace nuevamente el feedback, se confirma nuevamente con la realidad, y se hacen las correcciones respectivas. Y esto cuantas veces sea necesario.

¿Pero cuál es el punto al que queremos dirigir la atención? Primero que él sólo desarrollo de lo anterior no siempre da los resultados esperados. ¿Entonces falla la metodología del DO? No, esa no es nuestra conclusión. La razón del fracaso según nuestra opinión está en tomar las evaluaciones del desempeño del personal más como un fin, no un medio. Hemos comprobado, que existe una aceptación ya casi generalizada pero más a nivel conceptual que la evaluación del desempeño es una intervención que debe ser realizada, lo cual es bueno, y que debe ser parte de las herramientas de toda función de recursos humanos de las empresas, que también compartimos. De ésta cuenta observamos un número significativo de nuestras empresas que ya tienen implementados planes o programas de evaluación del desempeño de su personal. En lo anterior estamos mejor que hace diez o quince años. Tenemos la herramienta, pero lo que no se ha logrado es sacarle el verdadero provecho. ¿Cuáles deberían ser las principales? La primera lograr el desarrollo y mejora del personal por el incremento sus competencias, las segunda, y muy sencilla, pero olvidada, el tener una incidencia positiva en los resultados del negocio: mayores ventas, menores costos, mayores márgenes y contribuciones por producto, mejor calidad,
mejor servicio al cliente, más innovación, nuevos y competitivos productos, crecimiento del negocio y porque no decirlo más utilidades. ¿Qué ha fallado? Los programas se han ido desvirtuando en el tiempo hasta hacerse meramente burocráticos, mecánicos o un mero formalismo. Para los jefes una responsabilidad más que debe cumplir cada año con sus subalternos, para la cual no suelen estar preparados o debidamente documentado (la memoria suele ser su recurso), y para éste último una pesadilla de la cual quisiera despertar y que considera subjetiva, y que suele traerle más consecuencias negativas, cuando las tiene, que positivas para su desarrollo y carrera dentro de la empresa, cómo debería ser. Cuando las expectativas de una herramienta administrativa no se cumplen, o sus políticas rectoras no la direccionan con los resultados de la compañía, se convierte en una experiencia, por un lado traumática, y por otro intrascendente, lo que la convierte en otra medida robadora de tiempo y fuente de desmotivación, que paradójicamente debería contribuir a lo contrario, es decir a la motivación y fomento de una cultura positiva y de trabajo en equipo.

Concluimos, las evaluaciones del desempeño del personal son valiosas, cuando no son un fin en sí misma. Para lograrlo son realizadas técnicamente por los involucrados, jefes y subalternos, siguiendo metodologías como la administración por objetivos, y la definición de indicadores del desempeño y medios de verificación medibles y cuantificables. Estas deben proyectarse sinérgicamente en los sistemas y procesos de la empresa y trascender hasta ser sensibles o detectables por nuestros clientes. Ellos sabrán detectar mejor que nadie que nuestros recursos humanos les proveen y brindan productos y servicios de calidad superior. Entonces, los resultados de nuestras empresas no sólo serán positivos sino que haremos dado un paso solido en cuanto aumentar su competitividad, tan necesaria en la coyuntura actual.

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